Muchos padres muestran su inquietud cada vez más por aprender acerca de cuáles son las necesidades de sus hijos, y cómo abordarlas adecuadamente. Hoy en día podemos encontrar multitud de información para orientar en todas las cuestiones que se pueden ir planteando a la hora de educar a los hijos.
Empezaremos por tres necesidades básicas y fundamentales, manifiestas desde los primeros años:
El Afecto y la Regulación Emocional.
Los niños necesitan que les reflejemos lo que son. A través de lo que les decimos y de nuestros gestos, van a ir aprendiendo si son o no son válidos como personas.
Los padres funcionan como un «Espejo«, donde el niño se va a mirar todos los días, y va a ir configurando una imagen de sí mismo. No sólo configurará su propia imagen, sino que también, mirando ese espejo aprenderá a regular su propia conducta y emociones.
Nuestras emociones regularán las suyas. Por ejemplo, cuando uni niño tropieza y se cae, automáticamente buscará con la mirada a su madre. Si el gesto y tono de voz de la madre es de angustia, el niño descubrirá que lo que ha pasado es algo malo o peligroso, y por tanto llorará. Si cuando el niño mira a la madre, se encuentra con un tono y gesto sosegado, se sentirá seguro, y probablemente no llore, o llore poco.
Besar, cantar, reir, jugar con él, interactuar desde que son bebés hace que se forme un buen vínculo entre los padres y el hijo. Saber calmarle, atender a sus necesidades físicas y emocioneles, genererá una persona que podrá auto-calmarse, es decir, podrá gestionar sus emociones adecuadamente, y que podrá reconocer y atender sus propias necesidades. Darles cariño a través de besos, abrazos, y muestras verbales de afecto es fundamental para que se sientan queridos. Necesitan que les valoremos por lo que son, más que por lo que hacen. Que se sientan «ad-mirados».
Los Límites.
Igual de importante que el afecto, es poder marcar unos límites de forma adecuada. Por un lado, a través de unas rutinas. Es importante intentar respetar la hora de dormir, de estudiar, bañarse, cenar, etc.
Por otro lado es muy importante que aprendan a tolerar la frustración cuando se les dice “no” a algo, ya que no pueden obtener todo lo que quieran, en el momento que quieran. Es bueno que aprendan a esperar, con cuidado de no frustrarles demasiado. Para ello ya desde el primer año, podemos seguir diversos trucos. Por ejemplo, cuando le digamos que «no» a algo, sustituirlo por otra cosa, de manera que si no puede pintar en la pared, le demos una hoja: «aquí no, aquí sí».
Hacia los 2-3 años, los niños entran en la llamada etapa de negación. Comenzarán por tanto a decir que «no» a todo. Es importante comprender por qué lo hacen. Comienzan a sentirse individuos y necesitan por tanto sentirse independientes, con voluntad propia y capaces de tomar decisiones (hay una segunda independencia en la adolescenia). El manejo de la frustración en esta etapa es muy relevante. Como truco para esta fase, podemos sugerirles dos opciones, de tal modo que nosotros salgamos ganando y ellos también pues han decidido por sí mismos, que es en realidad lo que necesitan. Por ejemplo: puedes jugar en la bañera con tus muñequitos, o darte una ducha. Objetivo: que se bañe.
En ocasiones tendremos que decir que no a alguna conducta. Por ejemplo, desparramar el agua de un vaso por la mesa. El «no» deberá ir acompañado de una «conducta reparadora«, es decir: «no se tira el vaso de agua por la mesa» y por ejemplo, coger cada uno un paño y secarlo juntos, mostrándole la conducta correcta.
Los límites, van a ayudar a que aprendan y regulen su conducta y sobre todo les va a aportar la sensación de seguridad en el mundo que necesitan y también el sentimiento de que se son protegidos y cuidados, por tanto, queridos.
Un niño con rutinas estables, según vaya creciendo, encontrará fácil organizar sus etudios, ser ordenado, etc . Un niño con una buena tolerancia a la frustración, no caerá derrotado al primer intento fallido, siendo más estable emocionalmente con más capacidad de superación y mejor autoestima.
Obviamente, no olvidemos que ser demasiado rígidos en los límites, puede causar el efecto contrario. Los niños deben aprender también a ser flexibles cuando la situación lo requiera.
Desarrollo de su independencia a través de la Autonomía.
Es muy importante que sientan que pueden hacer cosas por sí solos. Que poco a poco se sientan más autónomos e independientes. El niño nace con un impulso al aprendizaje y a la autonomía. Se sienten realmente bien cuando consiguen ir haciendo cosas por sí mismos, como la primera vez que consiguen comenzar a caminar o icluso articular las primeras palabras, o cuando comienzan a coordinar para comer solos, hasta comenzar a escribir, leer, incluso si se les enseña como si fuera un juego a recoger desde pequeños sus propios jugueste enfatizando su propia capacidad, lo harán encantados.
Los niños deben sentir que confiamos en ellos para poder hacer cualquier cosa, que somos pacientes mientras lo experimentan y aprenden, y sobre todo que puedan sentir que el error es parte del aprendizaje, permitiéndoles así aprender. Que aprendan a que si se caen o equivocan, no pasa nada, pues se vuelve a intentar.